viernes, 16 de marzo de 2018

De egagrópilas, cajas nido y navas…


El viernes pasado anduve por lo que la RAE define como una ‘tierra sin árboles y llana, a veces pantanosa, situada generalmente entre montañas’. Parece que los territorios, igual que las personas, y hasta las redes, también pueden estar en transición.


“Los críos están encantados porque el proyecto, al estimularles, les empuja a proponer más cosas”

Entre Torozos y esa Nava en la que terminó mi visita, está Ampudia, un pueblo que te recibe entre molinos de viento y un castillo imponente. En el CEIP Conde Vallellano, y bajo una lluvia inconsolable, estuve de paseo con Mª Jesús, la jefa de estudios y coordinadora del programa en el colegio. The Lions, Emojies y Granjeros Pro son los tres grupos de trabajo colaborativo en que están integrados alumnos y alumnas, de manera que, a la vez que mantienen un huerto, dan de comer a las gallinas, compostan y observan aves, buscan en sus tablets las épocas de siembra, trabajan con tablas para apuntar la cantidad de pienso o los turnos de limpieza y recogida de huevos, pesan y apuntan la cantidad de basura orgánica que generan, y elaboran un listado con las aves que observan. Y no solo: también han analizado sus egagrópilas, o sea, esas bolitas que algunas aves regurgitan y que sirven, con un poco de paciencia, lentes y alguna ayuda, para identificar de qué se alimentan. Es un colegio pequeño en el que colabora el AMPA, el ayuntamiento y otras entidades, de manera que sus logros redundan en toda la comunidad.



“El patio es un generador de conflictos”

En el CEIP San Agustín, de Fuentes de Nava, Marta me puso al corriente de sus avances. Precisamente, por una visita a la vecina Ampudia, también se embarcaron en la instalación de cajas nido en el patio de su colegio. Lastimosamente, no todos los centros tienen la suerte de tener al lado un pequeño bosquete, y en este caso, parece más difícil que las aves aniden y puedan verse. Pero no quieren dejar de lado el trabajo que han venido realizando, tanto en el patio como en lo referente a residuos… ¿por qué será que pasado un tiempo, bajamos la guardia y pensamos que los problemas ya están resueltos? Para no caer en esa trampa, este año están intentando armar una Patrulla Verde, pero en sentido amplio: no se trata solo de ver si separamos bien o mal los residuos, o de cómo utilizamos los espacios de juego, sino de mejorar la vida social del centro. Efectivamente, la vida es un continuo conflicto y quizá vivir no consista más que en ir resolviéndolos de a poco… sobre todo, asumiéndolos como una responsabilidad y no como una carga.



“No hacemos las cosas bien para conseguir las monedas, sino para mejorar”



Ese es el espíritu, también, de este programa: mejorar la conciencia, como me dijo Antonio, en el CEIP Alonso Berruguete, de Paredes de Nava, cosa que ya estaba notando en el colegio. Y lo pude comprobar al visitar un aula en el que estaban preparando una visita a la Laguna de la Nava. Aunque se están centrando en la mejora del patio, al que quieren incorporar una zona de juegos tradicionales y un huerto, si el ayuntamiento se implica a través del programa A Huebra, no descuidan la limpieza, que tienen organizada por aulas y cada semana sus responsables se encargan de sacar el papel y los envases. Todas estas iniciativas tienen un pequeño incentivo: ‘los berruguetes’, las monedas que el colegio ha implantado para ‘premiar’ actitudes a favor de la sostenibilidad. Aunque, tal y como me contaron algunas alumnas, no es el premio la principal motivación de lo que hacen… ¿será que hacer las cosas bien, asumiendo nuestra responsabilidad –la habilidad para responder-, es en sí mismo el mejor de los premios?




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